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Un equipo internacional, con la colaboración del IAC y de varios miembros Consolider-GTC, descubre que las galaxias del universo temprano, ubicadas a 8.000 millones de años luz, no son tan densas como se pensaba hasta el momento. La investigación
aporta nuevos datos para esclarecer el misterio de cómo las
galaxias que nacen
densas y pequeñas en su juventud alcanzan luego tamaños
grandes como la Vía
Láctea.
¿Por qué las
galaxias en el universo
temprano –el más alejado respecto de la Tierra- son más densas y
pequeñas que
otras galaxias más cercanas, como la propia Via Láctea? ¿Cómo
evolucionan de
pequeña a gigante? El enigma, objeto de diversas hipótesis en la
comunidad
científica, está más cerca de resolverse gracias a observaciones
realizadas en
el Gran Telescopio Canarias (GTC), el mayor telescopio óptico
del mundo. Y,
aunque aún queda camino por andar, el trabajo, que cuenta con la
participación
del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), deja patente que
instrumentos
tan potentes como este telescopio, ubicado en el Observatorio del Roque de
los Muchachos (La
Palma), permiten que los científicos continúen cuestionándose
sus propias teorías
para avanzar en el conocimiento de los lugares más lejanos del
Universo.
Publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, el trabajo ha sido dirigido
por los
investigadores de la Universidad de Florida, Jesús Martínez y
Rafael Guzmán (Investigador Principal del equipo Consolider-GTC GOYA-UCM y miembro del equipo GALAXIAS-UCM) y
ha contado con la colaboración de investigadores del IAC y la
Universidad Complutense de Madrid. El equipo observó cuatro jóvenes galaxias,ubicadas
a ocho mil millones de años luz de La Tierra, y
comprobó en sus
espectros que eran, en promedio, seis veces menos densas de lo
que se creía.
Para ello, se han servido del espectrógrafo OSIRIS, instalado en
el GTC.
El
dato rebaja parcialmente la espectacularidad que se suponía a
las galaxias más
jóvenes, hasta el momento descritas como objetos extremadamente
compactos que
albergaban masas miles de millones de veces superiores a la del
Sol en un
tamaño de cinco a diez veces menor al de sus compañeras
observadas en el
universo maduro. De ser así, las estrellas estarían tan próximas
unas de otras
que el cielo nocturno sería completamente brillante.
A
juzgar por las conclusiones de la investigación, es probable que
esos cielos no
brillen tanto ni que la masa de las galaxias jóvenes sea tan
pesada. Y puede que su
evolución a galaxias de gran
tamaño no sea tan drástica como se estimaba. Eso sí, los datos
del la
investigación parecen avalar la teoría que explica su
crecimiento por su unión con satélites
menores.
El
estudio se ha nutrido de trabajos previos realizados por
investigadores del IAC pertenecientes a la colaboración Consolider-GTC: Nacho Trujillo (del equipo GOYA-IAC), Mercedes Prieto (de los equipos ESTALLIDOS-IAC y GOYA-IAC), Angela Hempel (del grupo GOYA-IAC) y Marc Balcells (Investigador Principal del equipo GOYA-IAC). Se trata de uno de los
grupos que mejor
conoce las galaxias estudiadas. Los científicos también
ayudaron a sus colegas
en la preparación de las observaciones y a analizar e
interpretar los datos.
Un
viaje en el tiempo con el
GTC
La
luz precisa de mucho tiempo para atravesar el universo.
Considerando las
grandes distancias que necesita cubrir para alcanzar La Tierra,
la única manera
de obtener datos sobre lo que ocurre en el universo temprano es
a través de telescopios
de las características del GTC, que no sólo permite a la
comunidad científica
observar a mayores distancias, sino retroceder en el tiempo. En el caso de este estudio, ocho mil millones de años atrás.
Instrumentos
como este refuerzan la idea de que los científicos siempre deben
cuestionar lo
descubierto. Gracias al GTC y otros, se aviva ese sano
escepticismo científico
que contribuye a avanzar en el conocimiento.
Más información y contacto: Ignacio
Trujillo (teléfono: 922605316, correo electrónico
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